KANT
– DILEMAS MORALES
Un dilema moral es una narración breve en
la que se plantea una situación problemática en el ámbito de la realidad, pero
moralmente conflictiva porque el problema moral que expone tiene varias
soluciones posibles que entran en conflicto unas con otras. Esta dificultad
para elegir una conducta obliga a un razonamiento moral sobre el grado de
importancia que damos a los valores que están en juego. Los dilemas morales
pueden ser hipotéticos en los que se plantean problemas abstractos pero
posibles, o bien reales que plantean situaciones conflictivas que se producen
en la vida diaria.
Ya me había referido a este asunto en la
entrada MICHAEL SANDEL de este blog, pero voy a profundizar más en el tema.
Los problemas éticos pueden afrontarse
desde el utilitarismo, teoría propuesta por el filósofo inglés Jeremy
Bentham (1748-1832) y defendida después por el filósofo escocés John Stuart
Mill (1806-1873). Esta teoría justifica la conducta de la persona en
función de las consecuencias que tiene, es decir, una acción es correcta si
persigue el mayor bien para el mayor número de personas. La teoría utilitarista
justifica el sacrificio de la minoría en favor de la mayoría.
La teoría filosófica opuesta al
utilitarismo es la deontología, uno de sus principales pensadores es Immanuel
Kant. La teoría kantiana dice que una acción es correcta cuando está
motivada por el principio de tratar siempre a otras personas como fines, nunca
como medios; es, por tanto, una teoría basada en el respeto a la persona. Kant
define la conciencia moral como la capacidad del individuo para distinguir el
bien del mal por medios racionales.
Ambas teorías están en conflicto: En el
utilitarismo lo relevante son los efectos de nuestras acciones, no importa
directamente cómo se producen los resultados. En la teoría kantiana lo
relevante moralmente es la intención con la que la acción está hecha, los
resultados son relevantes solo en cuanto que definen la intención de la acción.
A continuación, voy plantear algunos
dilemas (excluyo el famoso dilema del tranvía por haber sido expuesto en la
entrada primera de este blog) que ponen de manifiesto el conflicto entre ambas
teorías filosóficas:
1. Jim, un botánico de visita en un país
gobernado por un cruel dictador, observa como en la plaza de un pueblo veinte
indígenas detenidos al azar van a ser fusilados para servir de escarmiento al
resto de la población y evitar nuevas protestas, pero el jefe de la policía en
honor al distinguido visitante, le ofrece la posibilidad a Jim de que él mismo
mate a uno de los indios, salvando así a los diecinueve restantes. El policía
le advierte que, en caso de que no aceptar, fusilarán a los veinte."
Se plantean dos opciones en este dilema moral:
·
Que Jim
acepte la proposición del policía y sacrifique a un indio para salvar a los
otros diecinueve.
· Que Jim rechace la oferta del policía y
asesinen a los veinte indígenas.
Si elegimos la primera opción estamos
dentro de la corriente filosófica del utilitarismo, bajo este prisma no habría
tal dilema moral. No existe diferencia entre el hecho de que sea Jim o el
dictador el que mata porque el valor moral se atribuye al resultado de las
acciones, es decir, muere una sola persona.
Si optamos por la
segunda solución, estamos enfocando el dilema según la moral kantiana, Jim no
es responsable de lo que hace el dictador, solo es responsable de sus propias
acciones y es moralmente incorrecto matar a una persona.
¿Qué decisión tomaríamos
si nos contasen esta historia en un lugar y situación alejados de donde están
sucediendo los hechos? Es probable que consideremos la cuestión desde un punto
de vista utilitarista y pensemos que lo mejor sería que Jim disparase. Pero, si
estamos al lado de Jim, notando su pulso acelerado y sus pupilas dilatadas y el
sudor frío recorriéndole la frente después de escuchar la propuesta del policía
o incluso somos él mismo, entonces la cuestión cambia radicalmente.
Si hay que tomar
parte activa y ejecutar uno mismo la decisión de matar a una persona para
salvar a varios, seremos renuentes y no querremos; pero si nuestro papel es
pasivo entonces cambia la cosa y, mirando hacia otro lado, es muy probable que
actuemos de acuerdo con el principio utilitarista, buscando la mayor cantidad
de bien como único criterio.
2. Donación involuntaria de órganos. Un
grupo de médicos expertos deciden empezar la siguiente práctica: dividen a sus
pacientes en grupos. Los pacientes de categoría A son personas de buena salud
que nadie va a echar en falta, no tienen amigos ni tienen familia inmediata. Si
usted está en la categoría A y va al médico por una infección en la oreja, el médico le diría: «Para estudiar su
problema necesito aplicarle
una anestesia total». Cuando usted está inconsciente, el médico decide
convertirlo en un donante involuntario de órganos con el fin de salvar a, por
lo menos, otras tres personas que están en peligro de muerte. Suponemos que
estos médicos guardan silencio y que nadie va a saber nada acerca de ésta
práctica.
El dilema se plantearía así: ¿debemos
practicar la donación involuntaria de órganos? Las razones de los que responden
negativamente son kantianas porque esta práctica infringe la autonomía, es muy
paternalista e ignora totalmente el derecho de las personas a decidir acerca de
su propio cuerpo. Desde el punto de vista utilitarista, en términos de los
resultados como en el dilema anterior, se salvan tres vidas sacrificando una.
3. Un asesino está persiguiendo a una
persona. Si el asesino te pregunta por donde se ha marchado su víctima, ¿le
mentirías? Kant dijo que mentir nunca estaba justificado porque ¿y si de la
mentira se siguieran consecuencias peores que de la verdad?
Supongamos que mentimos al asesino
diciéndole que la víctima está escondida en un lugar en el que creemos que es
imposible que se haya escondido, pero en el que la víctima, por razones que
desconocemos, sí estaba.
El argumento de Kant presupone que casi
nunca podemos conocer las consecuencias de nuestras acciones, por esto no se
debe mentir nunca.
Se puede deducir de lo expuesto que la
teoría moral que aplicamos en nuestra vida diaria comprende elementos
utilitaristas y kantianos. El problema moral aparecerá cuando razón y pasión
señalen direcciones opuestas y planteen un dilema. Los valores morales para
Kant no tienen un valor absoluto, sino que se fundamentan en la autonomía moral
de los individuos, la libertad del individuo es creadora de valores. La razón observa
una responsabilidad, la responsabilidad genera un deber y, en consecuencia, la
acción por deber es racional. Así, con la acción por deber superamos la
escisión razón-pasión.
En la novela Los puentes de Madison County (llevada al cine por Clint Eastwood),
Francesca, la granjera Francesca, ante el dilema de abandonar a su familia e
irse con el fotógrafo del que está enamorada o quedarse con su familia y
abandonar a su enamorado, opta por esto último porque valora la unidad familiar
por encima de la búsqueda de la felicidad individual. Decide que lo racional es
quedarse con su marido y sus hijos, no su amor por el fotógrafo. Sus
sentimientos empujan a Francesca a huir con el fotógrafo, pero, en el ejercicio
de su libertad, decide actuar por deber, resolviendo de este modo el conflicto
razón-pasión.
Buena entrada, Germán.
ResponderEliminarSaludos