GIORDANO BRUNO
Nació en Nola, cerca de Nápoles, el 9 de febrero de 1548, con el nombre
de Filippo que años después cambiaría por el que es conocido. Estudió
astronomía, filosofía, teología, matemáticas y también escribió poesía.
A los 15 años ingresó en la orden de los dominicos donde pronto
comenzó a tener problemas por su carácter rebelde. Quitó de su celda las
imágenes de la Virgen y de los santos dejando solo un crucifijo, lo que le hizo
sospechoso de ser protestante.
Años después dejó el convento y estuvo viajando por el norte de Italia,
dio clases a niños a la vez que estudiaba intensamente. Se interesó, entre
otros, por los libros del humanista holandés Erasmo de Rotterdam, que estaban
prohibidos por la Iglesia católica, y por los trabajos del astrónomo polaco
Nicolás Copérnico.
Después, viajó a Suiza y se inscribió en la Universidad de Ginebra.
Allí tuvo discrepancias con un profesor y se marchó a Francia, a la Universidad
de Toulouse donde impartió clases durante dos años y de aquí a París, bajo la
protección del rey Enrique III. Luego se fue a Inglaterra como secretario del
embajador francés, dio clases en la Universidad de Oxford sobre cosmología
copernicana donde, para variar, también tuvo problemas. En los años siguientes
siguió viajando por Europa y escribiendo numerosos trabajos sobre cosmología,
física, magia y el arte de la memoria; también escribió poemas.
En 1591 estaba en Venecia bajo la protección del noble Giovanni Mocenigo. Cuando Bruno quiso ir a Frankfurt para supervisar la impresión de sus obras, Mocenigo lo encerró y, al día siguiente lo entregó a la Inquisición, parece ser que el noble trabajaba para esta institución. Es encarcelado en Venecia y luego trasladado a Roma donde se ordenó su encierro en el Vaticano. Se le acusó de blasfemia, herejía, inmoralidad, brujería y de instruir sobre los múltiples sistemas solares y el universo infinito, conceptos sacrílegos para la Iglesia católica del momento, en definitiva, se le procesó por el conjunto de su pensamiento. Durante todo el proceso Giordano Bruno defendió que sus obras eran filosóficas y que en ellas solo defendía que «el pensamiento debería ser libre de investigar con tal de que no dispute la autoridad divina»
En 1591 estaba en Venecia bajo la protección del noble Giovanni Mocenigo. Cuando Bruno quiso ir a Frankfurt para supervisar la impresión de sus obras, Mocenigo lo encerró y, al día siguiente lo entregó a la Inquisición, parece ser que el noble trabajaba para esta institución. Es encarcelado en Venecia y luego trasladado a Roma donde se ordenó su encierro en el Vaticano. Se le acusó de blasfemia, herejía, inmoralidad, brujería y de instruir sobre los múltiples sistemas solares y el universo infinito, conceptos sacrílegos para la Iglesia católica del momento, en definitiva, se le procesó por el conjunto de su pensamiento. Durante todo el proceso Giordano Bruno defendió que sus obras eran filosóficas y que en ellas solo defendía que «el pensamiento debería ser libre de investigar con tal de que no dispute la autoridad divina»
El 4 de febrero del año 1600, se leyó la sentencia por la que fue
excomulgado, declarado hereje y en la que se ordenó que sus libros fueran
quemados en la plaza pública. Tras oír la sentencia Bruno dijo lo siguiente:
«El miedo que sentís al imponerme esta sentencia tal vez sea mayor que el que
siento yo al aceptarla».
El 17 de febrero del mismo año,
fue quemado vivo en la hoguera en el Campo de’ Fiori, Roma. Antes, le
ofrecieron un crucifijo para que lo besara, pero Giordano Bruno lo rechazó.
En 1889, los estudiantes de Roma hicieron una colecta internacional
para una estatua dedicada a Bruno que es colocada en la plaza donde lo
quemaron. Todos los 17 de febrero se realiza una peregrinación laica hasta la
estatua.
El 18 de febrero de 2000, Juan Pablo II expresó el arrepentimiento por
estos hechos, pero no pidió perdón por la conducta de la Iglesia romana ni
rehabilitó a Giordano Bruno.
A través de los textos estudiados por Bruno, muchos de ellos
prohibidos por la Iglesia, creó un pensamiento que ponía en cuestión los dogmas
oficiales. Como ejemplo, para él, la Eucaristía católica (transmutación del pan
en carne de Cristo y del vino en su sangre) era una falsedad; también puso en
duda la existencia del Infierno, del Purgatorio y la divinidad de Cristo.
Aunque no resulte fácil, se podría resumir la filosofía de Bruno en
tres líneas principales:
Ø
La
infinitud de los mundos. Está
relacionada con la teoría copernicana pero llevada más lejos. Giordano Bruno
afirma que el universo es infinito y que, a su vez, está formado por infinitos
mundos. Copérnico sostenía que la Tierra no era el centro del Universo, pero Bruno
va más allá, el Sol no es más que una de las infinitas estrellas que iluminan y
calientas las numerosas Tierras que hay en el universo.
Ø
Monismo. Para él solo hay una única sustancia
que se manifiesta de distintas formas. Así, ni el mundo es externo a Dios ni
este está por encima del mundo, lo cual se acerca al panteísmo (sistema
filosófico de quienes creen que la totalidad del universo es el único Dios),
severamente perseguido por la Iglesia.
Ø
Animación
universal. Influencia de
Platón y los neoplatónicos. Se resume en la idea de que el universo es un todo
interconectado que se define por estar vivo, incluyendo los seres inanimados. Sostiene
que existe un «alma universal» que todo lo anima y genera el movimiento que es
la causa de todo.
Giordano Bruno rechazaba la influencia de la Iglesia en la política,
realizo una reforma cosmológica, apoyaba el heliocentrismo, la idea del
movimiento de la Tierra, el universo infinito y la pluralidad de los mundos
animados. Creía también en que Dios era el alma del universo y que las cosas
materiales no son más que manifestaciones de un único principio infinito.
Puede decirse que Giordano Bruno es más filósofo que científico, no
basa sus teorías en datos y demostraciones científicas, sino en creencias religiosas.
El físico y astrónomo Othon Cabo Winter, del departamento de Matemática de la
Universidad de Sao Paulo afirma que «Estaba muy informado y tenía conocimientos
astronómicos muy avanzados para la época, pero no hacía ciencia, mezclaba los
conocimientos con sus creencias y después hacía especulaciones sin ninguna base
científica». No obstante, hay quien piensa diferente, que en la época en que
vivió Giordano Bruno el concepto de ciencia
era diferente al actual. James Joyce dice que con su obra, Giordano Bruno
hace saltar por los aires las murallas del pensamiento medieval y da inicio a
la filosofía moderna.
A pesar de estas opiniones encontradas, la mayoría de los científicos
actuales está de acuerdo en que Bruno fue un visionario que apoyó teorías que solo serían comprobadas siglos más
tarde.
El personaje Giordano Bruno es tan poderoso que, además de haber sido estudiada
su obra por científicos y filósofos, también ha sido tema de películas, de la
literatura, del teatro, de la pintura, etc.
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Correcta entrada, Germán.
ResponderEliminarSaludos